En qué creemos (Declaración de fe)

Somos una comunidad que proviene de la corriente evangélica del cristianismo. Nuestra fe se basa en lo que durante siglos se ha considerado el fundamento de la vida con Dios: no en un estilo, denominación o cultura específicos, sino en lo que emana del Evangelio y de la Sagrada Escritura.

Nos identificamos con el principal credo de la Iglesia, el Credo Niceno, adoptado en el siglo IV. Al mismo tiempo, basamos nuestra fe en los principios que se derivan del mensaje bíblico y que fueron recordados de nuevo en tiempos de la Reforma.

Sola Scriptura

Solo la Sagrada Escritura es nuestra máxima autoridad en asuntos de fe y vida.

Sola Fide

Recibimos la salvación por la fe, no por las obras.

Sola Gratia

Todo esto es un don de la gracia de Dios, no el resultado de nuestros méritos.

Queremos verificar constantemente todas nuestras creencias, decisiones y acciones a la luz de la Palabra de Dios. No nos guiamos por la tradición —ni católica, ni ortodoxa, ni protestante— si no encuentra confirmación en la Escritura. Queremos ser una comunidad que viva el Evangelio de una manera fresca, auténtica y basada en la verdad.

En qué creemos y en qué no creemos

1. Relación con Dios

Creemos que cada persona está invitada a una relación personal y profunda con Dios, no a través de intermediarios, sino directamente. Cada creyente puede leer y entender la Escritura por sí mismo, escuchar la voz de Dios, discernir su llamado y tomar decisiones en obediencia al Espíritu Santo.

No creemos en un modelo de espiritualidad en el que solo unos pocos tienen acceso al conocimiento espiritual y el resto debe depender de sus revelaciones. No construimos una dependencia de la autoridad de personas "súper espirituales".

2. Liderazgo y estructura de la Iglesia

Creemos que un liderazgo sano implica la toma de decisiones en conjunto, la confianza mutua y el servicio mutuo. Los líderes están para apoyar, no para dirigir. La estructura de la Iglesia debe ser flexible y adaptarse al lugar, a las personas y al tiempo.

No creemos que una sola persona deba ser el centro de la comunidad. No queremos construir una iglesia basada en el carisma, el escenario y la personalidad. No creamos estructuras que limiten la obra de Dios o bloqueen el crecimiento de otros.

3. Lo sobrenatural y el Espíritu Santo

Creemos que la obra de Dios —sanidades, guía, moveres sobrenaturales— es real, presente y necesaria. Queremos ser una iglesia que espera más y no se conforma con un cristianismo seco.

No creemos en la "producción" de experiencias espirituales, la presión por obtener resultados o fingir cuando algo no está sucediendo. No queremos crear una atmósfera en la que las personas que luchan con enfermedades o dolor tengan que fingir que todo está bien.

4. Oración

Creemos que la oración es una conversación real con Dios que tiene un impacto, tanto en nosotros como en el mundo que nos rodea. Queremos ser una comunidad que ora junta y con regularidad, con fe, pero sin esquemas.

No creemos que la oración sea una obligación que hay que "cumplir". No la tratamos como una fórmula religiosa, sino como un encuentro vivo con Dios.

5. Adoración

Creemos que la adoración es un encuentro con Dios, no un espectáculo musical. Lo que importa es el contenido, la presencia y el corazón, no la forma o la producción. Formas sencillas —un piano, una guitarra— pueden ser suficientes si nos llevan a Dios.

No creemos que necesitemos efectos de escenario para adorar. No nos importa parecer profesionales, nos importa ser auténticos.

6. La Iglesia como comunidad de personas, no como un evento

Creemos que la Iglesia son las relaciones: cotidianas, sencillas, profundas. La mayor parte de la vida y el crecimiento espiritual ocurren en los grupos en casa, en pequeños grupos, en la mesa, en la conversación, en la oración cara a cara.

No creemos que la Iglesia sea un escenario y un programa dominical. No queremos crear una comunidad que impresione pero que no conozca a su gente. No nos interesa la Iglesia como un espectáculo ni como una marca.

7. El ministerio y el desarrollo de los dones

Creemos que cada persona tiene un papel único que desempeñar en el plan de Dios. Nuestra responsabilidad como comunidad es ayudarla a descubrirlo y crear un espacio para que pueda crecer y servir en él.

No creemos que los ministerios se creen solo porque "así tiene que ser". No organizamos actividades sin gente. No asignamos roles que nadie siente. No hacemos cosas que no dan fruto.

8. Finanzas y ofrendas

Creemos que el dar surge de la gratitud y del corazón. Damos porque Dios nos lo ha dado todo. Queremos ser generosos, pero sin manipulación ni reglas rígidas impuestas. El dar en el Nuevo Testamento es libertad, no obligación.

No creemos que haya que dar el diezmo, una cantidad o un porcentaje específico para estar "bien con Dios". No apoyamos la enseñanza que vincula el dar con el miedo o la codicia ("da para recibir más").

9. Unidad de la Iglesia

Creemos que la Iglesia es una sola familia, por encima de denominaciones, tradiciones y diferencias. Queremos bendecir a otros, orar por otras comunidades y construir puentes, no muros.

No creemos que tengamos toda la verdad. No queremos construir un espacio cerrado donde se mire a los demás con superioridad. Si algo se nos ha confiado, es para compartirlo con los demás.